miércoles, diciembre 24

La Decadencia

Lo bueno de este blog es que me permito escribir como el culo.
Bien, aclarado.
Este año nos dejó, entre otras cosas, el enfrentamiento entre los empresarios del agro y el gobierno nacional. Al margen de las conjeturas que se puedan hacer acerca de la tan mentada "resolucióncientoveinticinco", sin dudas quedó en claro el poder que detentan aún hoy los dueños de la tierra en el país.
Yo pertenecí a la oligarquía. Bah, no yo, mi familia paterna en realidad. Aún era un óvulo y un espermatozoide separado por decenas de kilómetros cuando perdieron el campo mis abuelos. Y redepente quedaron proletarios. Sep.
Cien mil hectáreas tenían. Sep: cien lucas de hectáreas desde la frontera con Chile hasta vaya a saber qué punto tomado hacia el este. Allá por el sur de St. Charly. Por ahí, cerca de la Laguna del Diamante, paraíso si los hay. Sep.
Ni mi viejo sabe bien desde cuándo tenían el campo. La familia de mi viejo es susceptible de ser rotulada como criolla por decir algo, es decir, no llegaron a principios del S XX, ni en el periodo de entre guerras. Simplemente tenían el campo. Vaya a saber desde cúando, cómo y por qué. Vaya a saber si lo adquirió algún tata garca después de la avanzada de Roca o antes. O después.
Hacia los setentas, muere mi bisabuelo. De entre los siete hijos e hijas que tenía, algunos quisieron venderlo y eso hicieron. Pasó de la familia de hijos de a un conglomerado de garcas. Cien mil hectáreas para usted. Gracias.
El conglomerado de garcas nunca pagó.
Entonces mis abuelos hijos de decidieron enjuiciarlos. En plena dictadura, mi familia por aquellos momentos gorilona decidió enjuiciar a sus ex amigos garcas por la estafa.
Entonces los ex amigos garcas mandaron a matar a uno de mis abuelos hijos de. Lo mató un soldado que nunca fue enjuiciado. Mi abuelo hijo de murió en una fiesta según las noticias.
En tanto el juicio era comprado por los ex amigos garcas. O el abogado querellante, abogado de parte de mis abuelos hijos de al menos era comprado. Entonces todo se perdió. Sep.
Esa maraña de hijos de tuvo que salir a trabajar o languidecer. O rifarse las cosechas al truco. O emborracharse. O borrarse. Abandonar cada uno su familia. Etcétera. Sep. Bien pajeros salieron algunos. Otros laburantes, me saco el sombrero.
Pero lo que quiero retratar es un fenómeno que aquí se presenta y he sólo esbozado, o tocado de costado: la decadencia de esa clase oligárquica rural.
A la familia materna de mi viejo le pasó igual: las ganancias cayeron, perdieron lo que tenían, y la vida acomodada dejó el lugar a la descamisada. Y mi abuela después de eso nunca laburó. Nunca. Mujer joven y no, anuló su vida. Rajó a mi abuelo, que la dejó con los hijos sola, porque se emborrachó alguna vez, rifó la cosecha al truco alguna otra vez, Etcétera.
Un par de textos más abajo soy un poco crítico con la clase proletaria inmigrante que se radicó en el país a comienzos del siglo XX. Con esa parva de pobres italianos motivados por el afán de ganar platita y de pisotear cabezas -lo que varios lograron, ya que hoy son los dueños de varios campos acá-, obviamente en ese momento desesperados por la situación de pre indigencia que arrastraban de la guerra y antes. Puntualmente soy crítico de esa cosmovisión, de algo que hoy tanto se evoca como la cultura del trabajo, desde un lugar que exacerba los beneficios de la conducta recta en cierta moral. Me revienta, puntualmente, la condena al placer, oponible a ese laburo en el que tan bien se manejan.
Y en este juego de grupos que fluctúan en la detentación del patronazgo social, en definitiva, del poder de oprimir a los laburantes, los anteriormente inmigrantes le pasaron por arriba a la burguesía premoderna -si es que eso existe- terrateniente de hace 60, 70 años. Crecieron. Parece que es cierto esa poronga de lo del afán de lucro. El Ascenso Social.
Y presumo que en un futuro no muy lejano puedan ser los bolivianos que hoy son explotados los propietarios. Quién te dice. Lo que no implica que la cosa se vaya a poner más igualitaria ni justa para nadie. El patrón es patrón. Siempre.